Mi nombre completo es Adriana
Esther Fléiderman Ballesteros.
Adriana Fléiderman me suena a
colegio, a pase a dar lección, a colas en bancos, y a consultorios
médicos. Por eso firmo Adriana Ballesteros.
Me volví escritora porque nunca
me gustó elegir. Si pudiera tomaría casi todos los senderos, sería
bioquímica, corresponsal de guerra, traductora, bailarina, profesora de
yoga, científica y actriz. Sería fotógrafa en África, pilota de avión,
(si, con a) diva de hooliwod, intelectual de París, espía rusa de la
KGB, detective y médica en una frontera. Escribir ( ya sea cuentos o
entrevistas) me permitió en cierto sentido asumir casi todos esos
destinos. Por eso escribo. Por eso y porque me gusta.
La verdad es que son muchas las
cosas que me gustan, me gustan los bosques, las playas vacías, los cafés
con muchas revistas y cuadros en las paredes (como los que hay acá, en
Bernal) las casas antiguas llenas de fantasmas, los viajes, las ideas y
los juegos de mis hijos. Son muchas, pero mi actividad preferida es sin
dudas leer.
Y por eso, porque me encanta
leer, suelo contarles a mis niños un cuento antes de dormir (
actualmente sólo al menor porque el mayor ya es grande y hace rato que
lee solo) y cuando no tango qué leerles les fabrico alguna historia.
Muchos papás y mamás les inventan
cuentos a sus niños para que estos se vayan a dormir, les recomiendo que
esa misma noche o a la mañana siguiente los anoten, escriban la idea
para no olvidarla. Eso fue lo que hice yo y luego esas ideas se
convirtieron en relatos.
Estudié la carrera de letras, no
quiero extenderme en ella porque la verdad, mucho no me gustó… quiero
decir… aprendí muchas cosas no digo que no, pero tanto análisis de
textos, tanta teoría literaria me quitaron por largo tiempo el placer de
leer y el de escribir.
Sin embargo cuando ya finalizaba
los estudios, tuve la suerte de asistir a dos seminarios maravillosos:
“Cuentos de hadas” brindado por Lidia Blanco y “Animación a la lectura”
animado por Graciela Guariglia.
Y ese año, gracias a ellas,
recuperé las ganas perdidas. Las de leer y las de escribir.
Lo primero que publiqué fueron
notas periodísticas en un periódico zonal que se llamaba Paisaje Humano,
luego hice entrevistas de espectáculos en una revista llamada Vea Mas.
De esa revista me echaron ( nunca supe porqué) pero ese mismo año
comencé a colaborar en Radar, el suplemento cultural del diario Página
12. Mientras tanto escribía cuentos pero sin intención de publicarlos.
Un día me animé y lleve un par de relatos a la revista para chicos “La
Nación de los chicos” donde apareció por primera vez el cuento El Rogro.
Y a partir de allí seguí publicando cuentos en libros compartidos, en
libros sólo míos y en manuales de muchas editoriales. (Kapleuz, Puerto
de Palos, Santillana etc)
Mientras tanto trabajaba como
periodista en la revista Mastermagazine y como estaba a cargo de la
sección literatura entrevisté a muchos escritores, ese fue un trabajo
fantástico porque me permitía tomar un café y conversar con gente
interesantísima.
Platiqué ( platicar es una
palabra bonita, no sé porque en Argentina no la usamos ) con María Elena
Walsh, Graciela Montes, Graciela Cabal, Antonio Skármeta, Manuel Vicent
y muchos grandes creadores más.
De mi vida personal les cuento
que hace 20 años que me peleo (mucho) divierto( también mucho) y
comparto problemas, viajes, salidas, infortunios, mates y risas con
Ernesto el papá ( yo soy la mamá) de Nahuel y de Iván.
Como comenté al principio, nunca
me gustó elegir, pero algunas elecciones me hicieron muy feliz: haber
llamado a mis niños para que vengan al mundo, leer y escribir.
Adriana Ballesteros
Texto escrito por
la autora para "7 Calderos Mágicos"
|