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La Pachamama es la más popular de las
creencias que aún sobrevive en algunos pueblos indígenas de América
Latina.
Muchas leyendas invocan a la “Madre Tierra”, para hacer crecer a sus
plantas y para que den frutos, para multiplicar el ganado, para detener
las heladas, las plagas y para dar suerte en la caza.
En la actualidad, se continúa venerando a la Madre Tierra, tal como lo
hacían los antepasados de estas tierras
LA PACHA MAMA
- PACHA MAMA...¡KUSIYA, KUSIYA! –
Desde remotos tiempos hasta la actualidad, invoca el calchaquí a la
Madre Tierra, para pedirle prosperidad en cualquier cosa que emprenda.
La invoca y le demanda su protección de Madre mientras le dice: - Haz
que me vaya bien.-
Los pueblos de la Antigüedad, en el Viejo Mundo, nacieron a los pechos
de Ceres, “la buena madre nodriza, tan adorada por la humanidad
reconocida”, según palabras de Michelet.
El originario, sin Pacha Mama no puede vivir (como no vivía el heleno
sin Ceres, Perséfone o Proserpina) pues del mismo modo, ella es
reproducción, fecundidad, todo amor a lo que de sus entrañas nace.
Pacha: universo, tiempo, lugar.
Mama: madre.
Es decir: madre de los cerros, del lugar, de la tierra toda.
El culto que se le rinde ha llegado casi intacto hasta nuestros días en
los Valles Calchaquíes y Salteños.
Es por ello y por el fortísimo carácter de divinidad nativa, que no hay
quien no le rinda culto ofreciéndole las primicias de todo, a la vez que
se le invoca protección contra la adversidad.
Mientras que de otros cultos en cambio, sólo quedan remotas
reminiscencias,
a las pruebas nos remitimos para aseverar que son los calchaquíes
quienes permanecieron (y permanecen) más leales aún que los peruanos a
este culto,
ya que estos últimos adoptaron con mayor facilidad la religión impuesta
por los colonizadores españoles: la Cristiana.
Profesora Liliana Pintos
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