Saramago y Auster, Giardinelli y Gambaro suman creaciones a la literatura infantil.

Resulta sorprendente encontrar en los estantes dedicados a la literatura infantil de las librerías nombres como José Saramago, Paul Auster o John Irving. Como también autores argentinos que históricamente han trabajado textos para adultos. Como Griselda Gambaro, Mempo Giardinelli, Marcelo Figueras o Santiago Kovadloff. Sin embargo, allí están y son parte de una lista que parece estirarse de la mano del crecimiento de la literatura infantil tanto en el país como en el resto del mundo.

"Me interesa conocer mi relación con ese niño que fui. Ese niño está en mí, siempre ha estado y siempre lo estará", escribió José Saramago en Las pequeñas memorias. Este mes Alfaguara lanzará la reedición de La flor más grande del mundo, un texto —quizás el único texto— que el Premio Nobel portugués escribió para niños.

Según los editores se trata de un fenómeno de causas múltiples. Por un lado el crecimiento sostenido del género tanto en la producción como en lo comercial y su repercusión mediática. Por otro, una necesidad de conectarse con la propia infancia, y también con los propios hijos o niños cercanos. Y un tercero que explica María Fernanda Maquieira, editora de Alfaguara Infantil: "Tiene que ver con un reconocimiento del género. Se ve menos como subliteratura o pseudoliteratura. Antes se consideraba que los escritores para niños hacían 'libritos' o 'cuentitos'. Esto ligado a un desconocimiento muy grande y una mezcla donde convivían libros muy buenos con libros muy malos". También se registra un interés de las editoriales de contribuir a la formación de lectores desde chicos y fidelizarlos con aquellos autores que luego podrán continuar leyendo de adultos.

En lo comercial se observa un alza en las ventas. Un dato que salta a la vista es el crecimiento de los sectores dedicados a la literatura infantil —medible en metros cuadrados y actividades especiales— dentro de la Feria del Libro de Buenos Aires. Como dato ilustrativo puede mencionarse que en su última edición el stand de Santillana registró el 50 por ciento de sus ventas —en número de ejemplares— de género infantil.

"En muchos casos reditúa muy bien a un autor de literatura para adultos establecer un pequeño catálogo propio de libros infantiles que funciona siempre y continuamente", dice Adriana Fernández, editora de Planeta.

En los catálogos de las editoriales también encuentran reediciones de grandes autores argentinos que también les escribieron a los niños como Silvina Ocampo, Osvaldo Soriano y extranjeros como Aldoux Huxley —que escribió un truculento cuento a su sobrina Olivia en 1944 (Ediciones SM)— o Clarice Lispector con Casi verdad, el relato de un cachorro que cuenta la historia de una higuera desesperada y unas gallinas alborotadas.

Gus Weller es el alumno más problemático de Kaylee. No hay maestro que lo resista y es que Gus, el grillo, acaba con la paciencia de cualquiera. Gus Weller rompe el molde, es el nuevo libro para chicos de Marcelo Figueras. Autor de novelas para adultos como Kamchatka, en la que el protagonista es un niño, reflexiona acerca de su experiencia en este rubro: "Es mucho más placentero escribir para chicos porque ahi está absolutamente claro que no hay fantasmas de camarillas literarias ni críticos. No estás pensando en nadie más que en el público que te va a leer. La historia tiene que estar buenísima, bien contada porque hay que seducirlos. Cuando uno escribe para adultos está lleno de otros componentes menos puros".

A Santiago Kovadloff se lo conoce más por su labor como filósofo y ensayista. Pocos saben que ha escrito cinco libros de literatura infantil. Acaba de reeditar Natalia y los Queluces (Pequeño Emecé). Cuenta que empezó a escribir porque su hija un día en la playa se lo pidió. A la pregunta de si cualquier buen escritor para adultos puede escribir para niños propuso darla vuelta. "¿Puede cualquier autor para niños escribir para adultos? Se trata de la íntima necesidad que se tenga de hacerlo. Un libro puede ser fabricado o puede ser vivencialmente escrito. Yo creo que la división de niños y adolescentes es más una cuestión de los editores. Algo externo a los autores. Es posible encontrar gran literatura en textos para pequeños seres y literatura pequeña en textos para seres grandes".

Laura Leibiker, editora de SM, analiza el fenómenos desde la oportunidad económica que encuentran buenos escritores ante el panorama promisorio de la literatura infantil: "Puede explicarse porque los libros infantiles se están vendiendo muy bien. A muchos autores de literatura para adultos esto los sorprende y hasta les da envidia. Si un escritor es profesional no está mal que piense en términos económicos. Lo que no me gusta ni acepto como editora es cuando un autor subestima a su lector porque es un niño".

Vicente Muleiro, a punto de publicar su cuarta novela para adultos —La balada del asador, Planeta— dijo que su experiencia con la literatura infantil lo conectó con un costado más lúdico como escritor. "En lugar de sentir la presión de un registro no habitual me sentí realmente más juguetón. Como haciendo travesuras con la literatura".

Para los próximos meses habrá lanzamientos. Sudamericana tiene en preparación Los galochas, un libro de Juan Sasturain, con ilustraciones de Liniers (saldrá en el segundo semestre de este año), en tanto que Pequeño Emecé (Grupo Planeta) lanzará en noviembre de Leopoldo Marechal El niño Dios con nuevas ilustraciones.