Cuenta una antigua leyenda que hace ya mucho tiempo, en la región de
Angermunde, cuando murió su mujer, el marido apesadumbrado, le hizo un buen
entierro y la llevó al camposanto.
Antes de meter el féretro en la tumba, y al descubrirla para despedirse,
tomo el anillo de bodas que en la mano de su amada estaba para conservarlo.
Hecho esto, se procedió a enterrar el cadáver. Al llegar a casa, guardo el
anillo en una caja y se dispuso a descansar, porque estaba completamente
desvelado. Con las ventanas de su habitación abiertas vio lleno de
sorpresa, como una forma blanca atravesaba el jardín. Confundido, le pareció
reconocer a su mujer. Sin osar siquiera moverse, siguió al fantasma en su
recorrido por la casa, rondando por las habitaciones como buscando algo. Y
luego la vio desaparecer.
A la mañana siguiente, pensó que se trataba de un sueño, una fantasía. Sin
embargo, al llegar la noche… todo volvió a repetirse como la vez anterior:
llego la mujer, su mujer, entró en la casa, y buscaba y rebuscaba algo. El
hombre estaba nuevamente paralizado de miedo.
En la tercera noche, el hombre creyó escuchar la voz entrecortada de su
mujer que le decía: "!Mi anillo!, He perdido Mi anillo!, Por favor,
devuélveme el anillo"
Convencido de que el espíritu reclamaba su anillo de bodas. El viudo, lo
sacó del cofre donde lo había guardado, fue al cementerio y lo enterró junto
a la tumba de su mujer.
Esa noche, no durmió. Se quedó esperando la llegada del espíritu, pero fue
en vano, entonces comprendió que el alma de su mujer había alcanzado ya el
reposo.
Versión: Mirta Rodríguez
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