Hoy entrevistamos a la escritora: Iris Rivera

 

 

Nuestra entrevistada del mes es escritora, maestra normal Nacional y profesora en Filosofía y Ciencias de la Educación. A lo largo de sus 28 años de experiencia como docente, realizó numerosas actividades relacionadas con el libro y la lectura. Con nosotros la escritora, Iris Rivera

 

7 Calderos Mágicos: -¿Nos podrás contar tu primer recuerdo relacionado con la literatura?

 

Iris Rivera: -En mi recuerdo hay un encuentro especial con las palabras. Pero no en los libros, sino en el aire.  Las palabras sonando, y muy especialmente en las canciones. Los adultos de mi casa eran gente de andar cantando. Zarzuelas, chacareras, tangos, cantos de iglesia (mi abuelo había querido ser cura, pero se arrepintió). Contaban historias esas canciones… Algunas eran tristes; otras daban miedo; otras, risa. Los grandes de mi casa eran gente de cantar, y también de contar, y también de jugar. Eran gente de hablar con los chicos.

 

7 Calderos Mágicos: -Cuando eras chica ¿Qué relación tenías con la lectura?

 

Iris Rivera: -Leía los mismos libros muchas veces. Pero no los libros de la escuela. En mi casa había otros libros y ésos me gustaba leer. Mi mamá y mis abuelos maternos se sabían de memoria versos que después yo encontraba en los libros. O me contaban cuentos que, después, venía a resultar que los habían sacado de un libro. También era común que me regalaran libros. No puedo decir que la lectura fuera el centro de mi existencia… pero leer era tan habitual como jugar. De chica, mis ganas pasaban por jugar, cantar, dibujar, escribir y leer.

 

 

7 Calderos Mágicos: -¿Qué títulos y qué autores, asociás a tu infancia?

 

Iris Rivera: -Blancanieves, La bella durmiente, El gato con botas, Cenicienta, Alí Babá y los cuarenta ladrones, Mujercitas de Louisa M. Alcott que leí cientos de veces imaginándome que yo era Jo. Las aventuras de Tom Sawyer donde comprendí la importancia de que el personaje protagónico de tu novela quede huérfano. La vuelta al mundo en ochenta días y Un capitán de 15 años de Julio Verne donde vi por primera vez la palabra entomólogo.

 

7 Calderos Mágicos: -¿Qué es para vos un libro?

 

Iris Rivera: -Si me falta un libro, tengo mis necesidades básicas insatisfechas. Ando intranquila (pucha! me olvidé el libro). De chica pensaba que, en los libros, iba a encontrar la explicación de todo, pero de todo-todo. Es que a los humanos nos ponen en la vida con entendimiento, pero sin  entender. Uno lo tiene al entendimiento y bueno, qué va a hacer, lo quiere usar. Por eso andamos siempre buscando pistas los humanos. O a mí me parece que hacemos eso. Las pistas las podemos encontrar en cualquier lado, no solo en los libros, eso lo fui sabiendo. Pero conservo la ilusión de que los libros saben. En cualquier lado, cualquier persona puede tener la punta de algún ovillo y puede darse que la comparta con vos. Por eso soy de escuchar. Pero también digo: esa gente que escribe libros, algún motivo ha de tener. Será que saben o sospechan algo. Por eso soy de leer.

No siempre me deslumbra lo que escucho ni lo que leo, pero a veces sí. Por eso sigo escuchando. Y leyendo. 

 

7 Calderos Mágicos: -¿Te imaginás un mundo sin libros?

 

Iris Rivera: -Me lo imagino porque los libros son apenas uno de los soportes de la escritura. Un mundo sin libros sería, eso sí, muy poco hospitalario para las personas como yo. Pero puedo imaginar un mundo sin libros y también sin escritura y hasta sin palabras lo puedo imaginar. En ese mundo que imagino, el humano va camino de ser un verdadero bípedo implume, como decían los griegos. En ese mundo caminamos en dos patas, emitimos sonidos inarticulados y gesticulamos. Pero ninguno de nosotros vuela… debido a la falta de plumas, seguramente. Y de palabras. 

 

7 Calderos Mágicos: -¿Cómo y desde cuándo te insertás en la literatura infantil y juvenil?

 

Iris Rivera: -Las palabras, lo que dicen, lo que callan, lo que insinúan, lo que ocultan, todo eso me atrae. Y también me atraen las personas que están creciendo; entre ellas, los chicos. Cuando empecé a trabajar como maestra, empecé también a leer lo que se publicaba para chicos en el país. Javier Villafañe me deslumbró. Está bueno eso de insertarse en cualquier ámbito a partir del deslumbramiento y de la lectura. Esas son cosas que, en mi persona, desembocan en escritura. Así que escribía. Una vez le acerqué unos cuentos a Elsa Bornemann durante una charla que dio para chicos de varias escuelas. Ella dijo que esos cuentos tenían futuro. Me puse muy contenta, sin caer en la cuenta de lo que esa frase escondía: esos cuentos que tenían futuro, lo que no tenían… era presente. A veces no conviene caer en la cuenta de todo, me parece, porque seguí escribiendo.

Un librero, Don José, que se negaba a vender los libros que no le gustaban, insistía en traerme información sobre concursos. Participé en el primero que organizaron “Los duendes”, una comisión de docentes jubiladas de Alte. Brown. Y fue con suerte. Allá por los años ’80 se hizo la primera Feria del Libro Infantil y Juvenil en Bs. As. Y fui derecho a preguntar por Graciela Montes porque sus libros me abrían la cabeza. Me dieron un teléfono y la llamé. Ella aceptó recibir algunos originales, los leyó y me invitó a conversar.

 

7 Calderos Mágicos: -¿Cuál fue tu primer libro? ¿Cómo nació?

 

Iris Rivera: -Graciela Montes, una mañana que no olvidaré, me ofreció asiento y me habló sobre cuentos generosos, esos que dejan espacio al lector. Por oposición, habló también de cuentos con “bajada de línea”, esos que invitan al lector a agarrarse de la única línea que bajan. Yo la escuchaba. Antes de despedirnos me regaló su libro “El corral de la infancia” y… me devolvió los originales.

Desde El corral de la infancia, Graciela me siguió hablando de que, cuando un autor promete contar una historia y luego usa la historia para transmitir un mensaje… pisó el palito.

Así entendí lo que me deslumbraba de Javier Villafañe y de muchos otros autores, incluída Graciela misma. Volví a mis historias y fui sacando, uno por uno, todos los palitos que había pisado. Cuando se las mostré de nuevo, ella editó mi primer libro, Historias de no creer, en la editorial Libros del Quirquincho.

 

 

7 Calderos Mágicos: -¿Cómo nace un cuento infantil de Iris Rivera?

 

Iris Rivera: -Infantil o no infantil, los cuentos nacen de andar viviendo. Pongo el ejemplo de “Los viejitos de la casa” porque recuerdo bien cómo nació. Mi abuela tenía una “casita del tiempo” que  me mantuvo la infancia intrigada. Dicho así, prosaicamente, esa extraña casita de dos puertas era un barómetro y pronosticaba el tiempo. La habitaban un viejito y una vieja que tenían la estatura de un dedal. Los viejos podían salir o entrar. Cuando estaba afuera la vieja, era señal de buen tiempo. Cuando estaba afuera el viejo, señal de lluvia o tormenta. Prosaicamente era eso, pero siempre que él estaba afuera, ella estaba adentro y viceversa. Así que, poéticamente ¿qué pasaba con esos viejos? ¿no se encontraban nunca? De esa pregunta de la infancia empezó a crecer la historia. Empezó sin saber cómo iba a seguir ni adónde iba a ir a parar. Y acá interrumpo la respuesta porque me preguntaste cómo nace un cuento. Si me hubieras preguntado cómo crece tendría que seguir contándote.

 

 

7 Calderos Mágicos: -¿Qué autores han influido en tu producción literaria? ¿Existen otras influencias de carácter extraliterario? 

 

Iris Rivera: -Nombro en primer término a Laura Devetach porque asistí durante años a uno de sus grupos de taller. Laura transmitía tantísimas cosas en esos encuentros, pero ya se sabe que cada alumno toma del maestro lo que puede, lo que quiere, lo que le da el cuero tomar. Entonces yo digo que a mí, Laura y el grupo me enseñaron a leer. Antes de conocer a Laura, yo pensaba que sabía leer… pero no, Laura y el grupo me enseñaron. Y ya leí distinto a los autores que admiraba: Javier Villafañe, Graciela Montes, Ema Wolf, Laura misma, Graciela Cabal, Gustavo Roldán, y tantos otros.

Como influencia extra-literaria puedo mencionar a mi abuelo. Él vivió tanto que tenía más años de jubilado que de aportes a la caja de jubilaciones (así decía). Siempre lo conocí jubilado, pero nunca ocioso. El abuelo arreglaba todo lo que se descomponía. Pasaba muchas horas en el galpón trajinando con las herramientas. ¿Qué estás haciendo, abuelo?, le preguntábamos mi hermano y yo. Él, por toda respuesta, decía: “Ya lo verás…” Y con ese “ya lo verás” era capaz de tenernos todo el día tratando de saber qué hacía. La verdad es que la estrategia del abuelo está muy buena cuando se trata de narrar. Hago que el lector piense: ¿qué está pasando? ¿Qué diablos está pasando en esta historia? Y cuento la historia como respondiendo: ya lo verás…

 

7 Calderos Mágicos: -¿Cómo te las arreglás para escribir, en medio de tantas obligaciones en la casa y el trabajo?

 

Iris Rivera: -Siempre que busco tiempo para escribir, veo que no lo tengo. Entonces lo robo. Le robo tiempo a los “deberes” en beneficio de los “quereres”. Todo empezó hace muchos años, un día en que estaba barriendo el piso de la cocina cuando me asaltó la real gana de escribir. Me debatí entre el escobillón y la birome durante un largo rato hasta que al fin lo hice: puse en penitencia al escobillón. Había que ver los reclamos que me hacía, erguido contra la pared. Pero no pudo conmoverme.

 

7 Calderos Mágicos: -¿Crees que existe una literatura femenina? ¿Cuál es, en tu opinión, la diferencia esencial entre la literatura producida por mujeres y la escrita por hombres?

 

Iris Rivera: -Me parece que la literatura habla de la condición humana, se mete con eso y lo explora desde todas las ópticas posibles. Te va a sonar a chiste, pero para mí, la diferencia esencial entre la literatura producida por mujeres y la escrita por hombres es que… ambas son literatura.

 

7 Calderos Mágicos: -¿Te parece que frente al uso permanente de computadoras y otros accesorios dentro y fuera de la escuela se hará menos frecuente el uso del libro?

 

Iris Rivera: -Yo misma recurro, muchas veces, más a la computadora que a los libros cuando se trata de buscar información. Pero el libro sigue siendo de más fácil acceso que la computadora. Para decirlo en términos de computación: “más amigable con el usuario”. Para decirlo en términos caseros: es de lindo dormirse leyendo y que el libro caiga despanzurrado al piso…

Para la gente de hoy y la de pasado mañana, ojalá hubiera cada vez más acceso a las computadoras. Y a los libros.

7 Calderos Mágicos: -¿Qué estrategias podría incorporar la escuela para intensificar el uso del libro?

 

Iris Rivera: -La madre de todas las estrategias, me parece, es leer con los chicos abriendo el abanico de lecturas posibles. Quiero decir: escuchar la lectura que hace cada uno, por más hereje que parezca, y devolverla al grupo para que la considere: “Qué interesante lo que dijo Juana. Ella dijo que tal cosa y tal otra…” Y esperar a ver qué dice Pedro de lo que Juana dijo.

Lo expreso lo mejor que puedo, pero hay que ver en acción a esta “estrategia madre”. Hay que verla. Y no es otra cosa que permitir que, lo que hace cada lector en la intimidad de su lectura, sea dicho en voz alta. Algo así como “dejar leer”. La estrategia madre de “dejar leer” se lleva muy mal con el típico cuestionario para “hacer leer”.

En el relato de la experiencia con jóvenes drogodependientes que te adjunto, esta estrategia se ve en acción.

 

7 Calderos Mágicos: -¿Cómo te comportás como lector? ¿Cuáles son actualmente tus lecturas preferidas?

 

Iris Rivera: -Leo a mi gusto y placer. Leo varios libros a la vez, leo salteado, releo mucho. Leo y subrayo.

Leo cosas sesudas y leo pavadas. Leo chistes y novelas. Leo teoría. Leo poesía. Leo a ratos cortos y a cada rato. Leo diarios y otras cosas que no son literatura. Las últimas lecturas literarias que me deslumbraron fueron la saga de los Confines de Liliana Bodoc, El último encuentro de Sándor Márai, El abanico de seda de Lisa See y Poéticas del vacío de Hugo Mujica.

 

 

7 Calderos Mágicos: -Mantenés contacto fluido con tus lectores y con los niños y jóvenes, incluso adultos que asisten a tus talleres literarios. ¿Cómo te relacionás con ellos?

 

Iris Rivera: -Me parece que, cuando lo que convoca son las personas y las palabras, el encuentro se produce y el diálogo fluye. Se genera un clima donde todo se puede decir porque lo que se diga es atendible e interesa. Tal vez lo podría expresar en palabras de Huilén, integrante del taller de adolescentes. Huilén dijo: “el taller es como un invernadero, todas las plantas brotan”.  Además tomamos café o té o mate o jugo… y comemos galletitas.

 

7 Calderos Mágicos: -Es común que terminemos nuestros reportajes preguntando a los autores por sus sueños,  expectativas e inquietudes para el futuro. ¿Te gustaría compartir un poquito de tus sueños con nosotras?

 

Iris Rivera: -No sé si soy persona de andar soñando. Lo que sí, me doy cuenta de que, cuando estoy despierta, empujo la realidad hacia estos lados de los que estuvimos hablando. La realidad muchas veces se resiste, porque ese es su trabajo. Entonces dejo que también sea su problema. Porque el mío, es empujar.

 

 

Muchas gracias Iris !!!

Mirta Rodríguez- Viviana Elda Benitez

 

 

 

 

 

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