Fue mi padre quien eligió mi nombre. Él quería que me
llamase como mi abuela: FE. Claro que, para el orgullo de un padre
primerizo, un nombre de dos letras era insuficiente para su hija. Por lo
tanto, consideró apropiadísimo extenderlo un poquito. Y desde entonces
transito por la vida defendiendo, contra viento y marea, la Fe de mi nombre,
que de tanto en tanto la gente –desconocedora de los deseos de un padre- se
empeña en amputar.
Les cuento que resido en: “... Buenos Aires, “la reina del Plata”, la de
Gardel y Pichuco...”
(1)
Pero, “Yo nací en un Madrid deshilvanado,/en el umbral de un grito entre
murallas./...
(2)
Es decir que mi historia comienza en aquella España de posguerra (años 50),
tan distinta al pujante país europeo de nuestros días.
“Nuestra niñez con su mochila de bellotas en el fondo del río./ Con palotes
de hambre y de huecos sin puerta./Nuestra niñez al costado de cañones de
verdad y de balas usadas./... Nuestra niñez de harapos y de casas con
frío./ De cuentos de princesas debajo de las lágrimas./...”
(3)
Aunque mi infancia fue rica en afectos, plena de juegos y lecturas
imborrables. Mis paseos preferidos eran: el Rastro, donde siempre conseguía
que me comprasen algún libro de cuentos o poemas y el Museo del Prado de
Madrid, las Meninas era mi cuadro favorito.“...Mi
país limitaba al Norte con el Mar de las Trasparencias, al Este con la
Provincia de Celofán, al Oeste con la Cordillera de Papel Manteca y a Sur
estaba Cartulina...”
(4)
Un
buen día, mi familia se vio obligada a emigrar.
“...Por mi niñez deambula aquel mendigo,/que cada seis de Enero
deshilvanó una estrella /al borde de mi cama.”
(5)
Todavía usaba
calcetines cuando llegué con mis padres a Buenos Aires.“...
Mis trenzas asustadas me contemplan con ojos de muñeca /y vuelvo a la tarea
de desandar diciembre. /...”
(6)
La
vida siguió su curso. Formé una familia, me recibí de psicóloga y poco a
poco fui descubriendo en las marcas que dejaran en mí la posguerra, la
emigración y la ausencia de mis seres más queridos que,
“Las luciérnagas tienen un
destino:/escribir en la hierba sus memorias /y delatar el canto de los
grillos.”
(7)
Y aquí
estoy, tratando de engarzar mi profesión de psicóloga a los matices que me
regala la escritura, en
“Esta ciudad/ tatuada hasta los bordes/ de poemas
distantes /de sueños /ya sin barcos...”
(8)
Aunque,“Siempre desando los ecos del exilio./Como la trayectoria de un día /
arrebatado al mundo,/vuelvo de par en par /al único lugar de mí misma./...”
(9)
Con
mi abrazo en Poesía:
María de la Fe
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