Las 1001 Excusas

“Me agradan los libros que se mantienen fieles

a la esencia misma del arte, o sea, que

brindan a los niños un conocimiento

intuitivo y directo de la belleza sencilla,

 susceptible de ser percibida inmediatamente

y que produce en sus almas

una vibración que les durará de por vida”[1]

 

Si tuviera que contarles lo que uno escucha en un día de trabajo desde las ocho de la mañana hasta las cinco de la tarde, ¡qué cosas no les contaría!

Las mil y una excusas es el primer título que me viene a la mente. No hablo de los alumnos, ni de mis compañeros, en esta oportunidad me refiero a aquellas personas que han educado durante seis años a esos niños que ingresan a la escuela primaria. Es interminable la lista de excusas que dan día tras día para tratar de cumplir con el mandato divino “la tarea que dio la maestra” y, que por algún motivo, no han podido realizar sus hijos. Ellos, se ven en la obligación de justificar, de algún modo, la falta de compromiso y responsabilidad frente a las actividades cotidianas.

“Yo lo puse todo el día frente al cuaderno para que haga los deberes, pero no hizo nada”. “Si lo reto se enferma, tiene náuseas y no puede hacer la tarea”. “Ayer fue a la casa de la abuela y él dijo que no tenía tarea”. “No copió y nadie le quiso pasar las actividades. Se cansó de llamar por teléfono”. Éstas son algunas de las tantas excusas que cruzan por mi cerebro que no deja de asombrarse por tanta creatividad.

Alguna vez se preguntaron a dónde van las excusas cuando crecen. Se preguntarán estos padres “justificadores” a dónde irá a parar esta interminable cuota de irresponsabilidad. ¿Saben que poner límites es una manera de quererlos? ¿Cuáles son los miedos que tienen?

Más allá de las excusas

Al analizar cada una de las excusas, nos damos cuenta que todo aquello que sucede dentro de una familia, puertas adentro, repercute o hace ecos más allá de los hogares. Tal vez, por esta razón, resuenan más que nunca, las campanas de esa crisis de autoridad que están padeciendo los docentes en las aulas.

Cuando un padre nos manifiesta que tuvo al niño sentado frente a su tarea durante horas y no la hace, ¿qué mensaje  nos deja?. La autoridad del padre pareciera que no existe, que hecha culpas a otros y ni se imagina que él mismo es parte de ese capricho ya que permite esta conducta negativa. A  veces, desconcertados y con cierta dosis de cansancio, acuden a profesionales para salir de las culpas y de las excusas.

Los niños necesitan que los escuchemos, pero también conducción y límites. De esta manera logran confianza y conseguirán tolerar las frustraciones aprendiendo que uno no puede hacer siempre lo que quiere.

Trasladar los problemas que tienen los padres con sus hijos hacia un tercero que puede ser el docente, el abuelo “permisivo”, los compañeros “desconsiderados”,  no hace más que agrandar la crisis que nos afecta a todos.

¿Dónde van las excusas cuando crecen?

Según una investigación que hizo el diario Clarín, la consulta psicoterapeútica en niños y adolescentes no sólo es cada vez más temprana sino que creció entre un 40% y un 100% en la Capital Federal en los últimos años.

Las causas? Falta de límites, desconocimiento de la autoridad y problemas de conducta.  Abandono emocional, crisis de angustia y trastornos de aprendizaje y alimentación.

A través de mi experiencia docente, puedo reafirmar que estos datos estadísticos, me venían preocupando desde hace cinco años a la fecha. He notado que cada vez hay más chicos con ayuda psicológica, que los padres están más agobiados y se sienten desconcertados frente a los problemas de sus hijos.

Quizás por la crisis que sufrió nuestra sociedad en los años setenta, esta generación de padres tiene una gran confusión en relación con la problemática de la “autoridad”. Yo los defino como “chicos criando chicos”.

Creen que la libertad es hacer lo que se quiere; dejando que sus hijos seleccionen al azar, sin enseñarles a elegir. Debemos enseñar a los niños a elegir en forma responsable, sabiendo que cualquier cosa no da lo mismo y que toda elección tiene sus consecuencias. Este modo de entender la libertad los hará LIBRES para seleccionar lo mejor para uno. 

Nada es fácil. Los alumnos, sus hijos, mis hijos, todos somos parte de esta historia sobre la que planteo una reflexión que me preocupa.

Necesitamos seguir analizando estos temas porque afectan al proceso de enseñanza – aprendizaje y el camino del futuro de las nuevas generaciones.

Con autorización

del autor: Prof. Martha

 Alejandra Iramain

 


 

[1] Paul Hazard “Los Libros, Los Niños y Los Hombres”

 

 

 

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