Hace poco
tiempo me reencontré con mi primo a quien no veía desde hace muchos años.
Tratando de ponernos al día con nuestras respectivas vidas y mirando unas
fotos tan viejas que hasta eran más viejas que yo, mi primo comenzó a
contarme historias de su infancia y su relación con el abuelo Justo a quien
yo no había llegado a conocer. Fue así como descubrí o que mi abuelo tenía
una frondosa imaginación o que en realidad en su juventud había tenido una
vida cargada de aventuras ya que a decir de mi primo, había estado embarcado
en la Flota de Galeones de la Armada Española. Este comentario por parte de
mi primo, despertó mi curiosidad y comencé una investigación sobre “La flota
de galeones de la armada española”. No hizo falta hurgar mucho para
descubrir que “los galeones” y mi abuelo eran hechos absolutamente
anacrónicos y que este comentario no era más que una muestra de que mi
abuelo, como algunos de sus contemporáneos había disfrutado del género de
aventuras y en particular de “los piratas” en la Literatura.
El
parche en el ojo, la bandana en la cabeza, la pata de palo, el garfio, el
cofre del tesoro, el lorito parlanchín sobre el hombro y la bandera con dos
tibias cruzadas sobre la cual descansa una calavera caracterizan a
personajes que dentro del género de aventuras siempre han contado con el
público infantil - juvenil al que acercan un ideal romántico de la libertad.
Los
piratas, al igual que muchos otros personajes, ingresan a la Literatura de
la mano de la tradición oral. Boca a boca se iban transmitiendo sus hazañas
y cuando estas abandonaron el plano de lo real, porque se impulsó el libre
comercio y dejaron se serle útiles a los estados, los piratas pasaron a ser
leyenda.
Los piratas en la historia
Desde
el punto de vista histórico y a pesar de que todos consideramos que los
piratas están ligados a la Edad Media y el comercio de Flotas y Galeones,
los piratas tienen su origen en la Grecia Clásica, más de cuatros cientos
años antes del nacimiento de Cristo. Puede decirse, casi sin lugar a dudas
que la piratería existe desde que existe la navegación. Los piratas son
aquellos marinos que atacan sin autorización legal no sólo barcos, sino
también ciudades costeras, saqueando y matando a tripulantes y vecinos.
Julio
Cesar atacó a los piratas de Cicilia quienes habían asolado el Mediterráneo.
Logró eliminar aproximadamente a 10.000 piratas y capturar otro tanto, sin
embargo, continuaron siendo el azote a la flota.
Durante le Siglo VIII, quienes asolaban las costas europeas ejerciendo la
piratería eran los temidos vikingos y se destacaban por su crueldad, quemar,
matar y saquear eran sus actividades preferidas. Sus barcos, conocidos como
“drakkars” llegaban a medir hasta veintitrés metros de eslora.
La
reina Isabel I de Inglaterra, en el siglo XVI legalizó la escuadra de
piratas ingleses del capitán Francis Drake, quien atacaba a la flota de
galeones española y compartía sus ganancias con la corona inglesa. La reina
lo nombró caballero, “Sir” y en lugar de pirata se lo denominaba “corsario”.
Los ingleses lo consideraban héroe nacional y los españoles, un ladrón al
servicio de la corona que pasó a ser la más importante de Europa. Nos
encontramos entonces ante una sutil diferenciación: Un “pirata” se
transforma en “corsario” con la simple operación de obtener una autorización
legal: un documento llamado “patente de corso”, otorgado por un estado, que
autoriza a un particular o particulares a atacar barcos y puertos enemigos,
usualmente compartiendo el botín. La participación en el botín estaba fijada
por contrato, y hasta se preveía un sistema de compensación para los
lisiados por heridas en combate.
Durante el Siglo XVII, de la mano de un fuerte comercio entre Europa y
América, los piratas trasladaron su acciona al Mar Caribe; estableciendo en
Port Royal su base más importante y en la que a pesar de un terremoto
ocurrido en 1692 fue posible encontrar piezas robadas de gran importancia.
Luego, se trasladan a New Provindence (Nueva Providencia) en las Bahamas y
la declaran República Pirata entre 1715-1720. La corona inglesa, ofreció a
los piratas su perdón a cambio de que abandonaran la piratería, pero fueron
muy pocos los interesados en el trato.
El
Siglo XIX los llevó a las costas africanas por lo que a los tesoros
habitualmente arrebataban: lingotes de plata y oro, joyas, piedras preciosas
y mercancías incorporaron marfil, especias, animales exóticos, piedras
preciosas, y esclavos. No hubo mar conocido, que no se encontrara invadido
de piratas en busca de riquezas.
En un
contexto en el que existían profundas diferencias de género y estereotipos,
pocas fueron las mujeres dedicadas a la piratería. En Irlanda, Grace
O´Malley se hizo famosa durante el Siglo XVI. Se dice que era muy bella, de
noble cuna y maestra en la navegación, tenía su propia flotilla y con un
importante número de piratas bajo su mando, atacó las costas de su país
durante casi treinta años, luego de los cuales, pidió perdón al rey de
Inglaterra para retirarse a un lugar desconocido hasta el final de sus días.
Las historias de piratas
Piratas, bucaneros, corsarios y filibusteros, sin dudas aventureros se
unieron en sorprendentes hermandades igualitarias que trascendían las
diferencias de idioma y raza en pos de un sueño común: el oro ajeno. Con su
molesta costumbre de no hacer distinción de banderas cuando de robar se
trataba, se transformaron en una molestia para los estados y en 1716 se
lanzó la campaña de exterminio definitiva que los transformó en historia a
partir de 1730. Desde entonces, las historias de piratas se convirtieron una
forma de cultivar la nostalgia. El éxito del género fue masivo. Los autores
pudieron comenzar a componer y recrear los personajes a su antojo,
atribuyéndoles una ferocidad o un espíritu caballeresco más acorde con las
necesidades del texto que con la realidad histórica: el ennoblecimiento de
esta variante marítima del pillaje facilitaba la identificación del lector
con el pirata, operación de éxito casi imposible si el autor se atenía a la
historia.
Así
fue como Silver, Morgan, el capitán Blood, Drake, Barbarroja y Barbanegra
dejaron la historia y pasaron a la Literatura; se transformaron en
protagonistas de las más emocionantes aventuras desde que en 1598, Lope de
Vega, escribiera “La Dragoneta”, cuyo protagonista no es otro que Sir
Francis Drake.
En
1678, “Bucaneros de América”, escrito por Alexandre Olivier Exquemelin
cuenta su experiencia como médico cirujano en la flota del pirata Morgan
mientras se producía el saqueo de la ciudad de Maracaibo.
Otro
de los pioneros del género fue el novelista inglés Daniel Defoe, quien vivió
la edad de oro de la piratería americana y escribió: "Vida, aventuras y
peripecias del Capitán Singleton" y el clásico de aventuras “Robinson Cruzoe”.
Y
hasta Miguel de Cervantes, quien vivió la experiencia del cautiverio a manos
de los piratas berberiscos, incorporó parte de esta experiencia en algunos
de los capítulos del Quijote (XXXIX de la primera parte y LXIII de la
segunda).
La
Revolución Industrial, dio un fuerte impulso a la industria editorial y con
ella el mundo de la piratería comienza resurgir, pero esta vez en la
literatura.
Son
múltiples los autores que han incursionado en el género, pero no podemos
dejar de mencionar la “Canción del pirata” de José Espronceda, cuyo original
data 1840, aun hoy permanece en el recuerdo de numerosos lectores y ha sido
musicalizada por el grupo “Tierra Santa”.
Piratas, bucaneros y filibusteros fueron en boca del abuelo Justo, la puerta
de acceso al mundo de la literatura para mi primo y sin lugar a dudas para
muchos jóvenes.
Hoy,
cuando “navegamos” en forma virtual, son otros los “piratas” que al igual
que aquellos ambicionan un sueño común: el oro ajeno (en la actualidad la
información ajena) y sin hacer distinción de banderas cuando de robar se
trata, ponen en peligro las investigaciones de todos los navegantes.
Dada
la extensión de la temática los invitamos a consultar nuestro
anexo bibliográfico, donde podrán encontrar
novelas, películas y comic´s que responden a este género:
Prof. Mirta Rodríguez |