"Terrores nocturnos" |
Título: "Terrores nocturnos" Autora: María Brandán Aráoz Editorial: Alfaguara Año:2006
Nuestro agradecimiento a María Brandán Aráoz y a la Editorial Alfaguara por permitirnos publicar el anticipo del libro “Terrores nocturnos”
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(...) Yo no la podía encontrar a Tere por ningún lado. “A lo mejor se escondió en el último cuarto”, pensé. “Como la abuela no está...” En realidad, yo quería que estuviera ahí para entrar en la habitación que tanto me intrigaba. Como no vi a Teresa en el corredor, en el patio ni en la cocina, caminé derecho hacia el fondo. De pronto, un sonido me detuvo frente a la puerta del último cuarto. Era como si alguien se arrastrara por el piso. “Es Teresa que tropezó con un mueble”, pensé. Pegué el oído a la puerta, y esta vez me pareció oír un quejido. Me asusté. “A lo mejor se le rompió algún espejo, o un adorno de porcelana, y está lastimada. ¿Y si se clavó algún vidrio?”. Probé el picaporte, pero la puerta estaba con llave. “Se encerró, ¡qué tonta!”. De nuevo me pareció oír más quejidos de dolor, como si mi amiga se hubiera quedado atrapada entre los muebles. ―Ya voy, Tere, no te asustes ―le grité por el agujero de la cerradura―. Si podés moverte, pasame la llave por debajo de la puerta. A los pocos segundos percibí el rumor de un cuerpo que se arrastraba, pero no asomó ninguna llave por la abertura del piso. “No puede moverse. ¡Qué lío! ¿Y si se le cayó encima uno de esos espejos enormes?”. Tan asustada estaba, que decidí ir en busca de ayuda. ―Aguantá Tere ―le grité―. Voy a llamar a Marta. Corrí por el pasillo en busca de la mucama, llegué al patio... y me topé con Teresa que venía tan campante en dirección contraria. ―¿Qué te pasa, Manu? Parece que hubieras visto un fantasma. Cuando me recuperé un poco, le conté lo sucedido en el último cuarto. ―¿Para qué fuiste ahí? ¿Marta te vio? Si la abuela se entera, se va a enojar ―me dijo, preocupada. ―Para mí que había alguien en ese cuarto. Me pareció oír quejidos y movimientos en el piso. ―Habrás descubierto al fantasma. Cuando yo era chica, Marta me contó que el espíritu del antiguo dueño, muerto hacía muchos años, iba a refugiarse en ese cuarto. Una tarde que estaba aburrida me puse a espiar por el agujero de la cerradura y también me pareció ver un bulto oscuro arrastrándose por el piso.
― ―Salí corriendo, y por mucho tiempo soñé con el espíritu. Estaba segura de que existía. Pero ahora ya soy grande y no creo en esas pavadas. ―Y tu abuela ¿qué te decía? ―Se enojaba mucho si le hablaba del tema. Ella nos había prohibido a todos (hasta a mamá) que fuéramos al último cuarto, donde guarda sus cosas antiguas. Y yo no fui más, por las dudas. A lo mejor es cierto que a los espíritus les gusta vagar por sus recuerdos sin que los molesten.
(Fragmento del libro “Terrores nocturnos” Editorial Alfaguara” |
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