Hans Christian Andersen
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En una hermosa mañana primaveral, una hermosa y fuerte pata empollaba sus huevos y mientras lo hacía, pensaba en los hijitos fuertes y preciosos que pronto iba a tener. De pronto, empezaron a abrirse los cascarones. A cada cabeza que asomaba, el corazón le latía con fuerza. Los patitos empezaron a esponjarse mientras piaban a coro. La madre los miraba eran todos tan hermosos, únicamente habrá uno, el último, que resultaba algo raro, como más gordo y feo que los demás. Poco a poco, los patos fueron creciendo y aprendiendo a buscar entre las hierbas los más gordos gusanos, y a nadar y bucear en el agua. Cada día se les veía más bonitos. Únicamente aquel que nació el último iba cada día más largo de cuello y más gordo de cuerpo.... La madre pata estaba preocupada y triste ya que todo el mundo que pasaba por el lado del pato lo miraba con rareza. Poco a poco el vecindario lo empezó a llamar el "patito feo" y hasta sus mismos hermanos lo despreciaban porque lo veían diferente a ellos.
El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí.
Cuando todos fueron a dormir, él se escondió entre unos juncos, y así
emprendió un largo camino hasta que, de pronto, vio un molino y una hermosa
joven echando trigo a las gallinas. Él se acercó con recelo y al ver que
todos callaban decidió quedarse allí a vivir. Pero al poco tiempo todos
empezaron a llamarle "patito feo", "pato gordo"..., e incluso el gallo lo
maltrataba. Una noche escuchó a los dueños del molino decir: "Ese pato está
demasiado gordo; lo vamos a tener que asar". El pato enmudeció de miedo y
decidió que esa noche huiría de allí. Durante todo el invierno estuvo
deambulando de un sitio para otro sin encontrar donde vivir, ni con quién.
Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su cobijo para pasear.
De pronto, vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito
decidió acercarse a ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se
quedó un poco asombrado, ya que nadie nunca se había alegrado de verlo.
Todos los cisnes lo rodearon y lo aceptaron desde un primer momento. Él no
sabía que le estaba pasando: de pronto, miró al agua del lago y fue así como
al ver su sombra descubrió que era un precioso cisne más. Desde entonces
vivió feliz y muy querido con su nueva familia. |
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