ISSN 1668-4982 RNPI 336307

Boletín mensual dedicado

a la  Lectura, la Literatura Infantil y la Educación

Año 1 – Nº 2  -  Agosto 2004

Editorial Artículo del día:

Fábrica de lectores

Libro Recomendado:

Una luna junto a la laguna

Entre líneas y palabras:

Viajar. Leer (Carlos Silveyra)

Tablón de Anuncios Sala de Trabajo:

Fábrica de Trabalenguas.

Correo Express

 sietecalderosmagicos@yahoo.com.ar

 Para publicar en nuestro boletín

sietecalderos_magicos@yahoo.com.ar

 

Editoras responsables

Viviana Elda Benítez, Mirta Rodríguez, Claudia Elena Vidal

Dirección postal: Salvador María del Carril 2669 CP: 1419

Ciudad de Buenos Aires -Argentina

 Diseño y Diagramación del boletín

Viviana Elda Benítez, Mirta Rodríguez

 Editorial:

De vez en cuando la vida... te hace un guiño, se viste de maravilla, te toma la mano y si te dejás llevar se enciende la magia.

La luz de estos 7 Calderos ha desatado la magia... del encuentro. Con su luz se han acercado los amigos de siempre… los eternos, los incondicionales que nos llenan de calor el alma; y también los nuevos, con los que ya estamos en deuda… de afecto. Nuestro boletín ha superado ya las 400 suscripciones. La página web en aproximadamente un mes alcanzó las 10.000 visitas. ¡Vaya si estamos en deuda con Uds.!

Mantener encendida la llama es un trabajo constante e interno. Los 7 calderos te proponen en estas lecturas borbotear con las vivencias de Carlos Silveyra; iniciar la reflexión sobre La Escuela como Fábrica de Lectores, salir de recreo aprendiendo a construir trabalenguas,  deleitarnos con el libro que reseña Viviana y conocer las últimas novedades a través del correo express.

 

Prof. Mirta Rodríguez

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Artículo del día:  Fábrica de lectores

 

 

“Me agradan los libros que se mantienen fieles a la esencia misma del arte, o sea, que brindan a los niños un conocimiento intuitivo y directo de la belleza sencilla, susceptible de ser percibida inmediatamente y que produce en sus almas una vibración que les durará de por vida”[1]

 La lectura en la escuela cumple un rol protagónico y fundamental.

Pero no es en la escuela donde el niño se aproxima por primera vez a un libro. La familia es, en realidad, la primera en leerle una bella historia de princesas y castillos embrujados, de soldados valientes que enfrentan a dragones malvados, así, el niño empieza a recorrer el mundo de manera imaginaria sin moverse del lugar escogido para la lectura.

El primer contacto es allí, en el seno del hogar, donde las historias cobran vida y empieza de a poco a carretear la imaginación de los niños.

Con este soporte esencial, la tarea en la escuela está más encaminada, puesto que los chicos ya relacionan la hora de lectura con un momento placentero.

Cabe destacar que la comprensión lectora es un ejercicio gradual que no sólo se aplica en el área de lengua, sino que se hace extensivo al resto de las áreas, de lo contrario. ¿Cómo resolver una situación problemática en el área de Matemática? …o ¿Cómo saber lo que debo o no hacer en Ciencias Naturales si no leo e interpreto la consigna para realizar un experimento?

¡Y en la vida cotidiana! Leemos e interpretamos en todo momento: desde leer una película subtitulada, hasta el reglamento de un deporte que practicamos en el club; cuando buscamos un número en la guía telefónica  o cuando queremos hacer una rica torta y leemos atentamente las instrucciones de la receta.

Como podemos ver, la lectura se hace presente y necesaria en muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Por eso, es importante que los chicos lean y que la escuela brinde diversidad de formatos textuales, de contenidos, de propuestas, para que cada uno descubra sus preferencias. Es importante que la escuela se tome el tiempo para que los chicos se detengan en una frase, una imagen.

Si logramos que nuestros alumnos descubran que leer produce placer, habremos formado buenos lectores

Los docentes, sabemos que aún sin proponérnoslo funcionamos como modelo, al igual que las familias, por eso es imprescindible que los chicos nos vean leyendo, disfrutando de un texto. Así les será más fácil emprender el camino de la lectura y relacionarse con los libros.

Siempre que evocamos nuestros primeros acercamientos a la lectura, aparecen esas historias leídas en la infancia (por nosotros mismos o por nuestros mayores) marcando una etapa cálida y señalando momentos de felicidad. No solo se recuerdan las historias, aparecen también voces, que como la de la abuela cuando nos Blancanieves o la voz de la señorita que un día de lluvia y frío nos contó Caperucita Roja.

Afortunadamente hemos descubierto la posibilidad de vivir historias  ajenas como protagonistas, de sentir distintas emociones al descubrir la intensidad poética que manifiesta cada palabra, de realizar viajes fantásticos sin levantar un solo pie. Brindemos a nuestros alumnos la posibilidad de estos descubrimientos. Escudriñemos estrategias, generemos propuestas, busquemos el compromiso de las familias. En  síntesis, seamos pro activos a la hora de leer. Que este sea nuestro compromiso, con La Educación, con La Sociedad y con El Futuro.

Prof. Graciela Monescau

 

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Libro Recomendado: Una luna junto a la laguna

Autor: Adela Basch

Ilustrador: Alberto Pez

Colección El barco de vapor

Ediciones SM

Año 2002

La historia narra la vida de tres simpáticos animalitos, una rana, un gato y una paloma, que naciendo en diferentes escenarios y tiempos, fueron aprendiendo de sus padres y  familias todo lo que necesitaban saber sobre las cosas del mundo.

La autora presenta por separado las historias de cada personaje, combina rimas y versos, y concluye con el encuentro de todos ellos junto a la laguna. Allí los une  una bella amistad, y juntos descubren que existen muchas cosas para  sorprenderse.

Una luna junto a la laguna, lleva impreso el estilo de Adela, un texto con rima, dinámico, divertido, que lleva a los pequeños lectores a ser cómplices de cada una de las historias y de sus personajes

A través de la lectura del texto se  aprecia la transmisión de valores tales como la libertad, la amistad, el amor, la búsqueda constante del saber, el placer por las cosas simples de la vida y la aceptación de los ideales de los demás y una  visión distinta del mundo.

El libro presenta ilustraciones a lo largo de todo el relato. Las mismas asombran por su belleza, su  colorido  y por los detalles que contienen, ayudando de esta manera a los más pequeños a la comprensión del texto.

Es un libro recomendado para niños de  4 a 8 años.

 

Reseña: Viviana Elda Benítez

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Entre líneas y palabras: Viajar. Leer. - Por Carlos Silveyra

 (Texto publicado con Autorización del Autor y presentado durante la Feria del Libro Infantil 2003)

Cuando viajamos leemos el mundo que está fuera del espacio cotidiano. Cuando leemos viajamos sin movernos del lugar. Viajamos en libro, como decía un eslogan. Y leemos el mundo, como señaló Paulo Freire.

 Leer y viajar son dos verbos que están estrechamente vinculados. Por lo menos para mi. Tuve una infancia donde algunos libros me permitieron evadirme de una dura realidad. Evasión con el sentido, tan usual hoy, de recreación pasajera, de abandono momentáneo, efímero, de situaciones desagradables, tal vez hasta para no  enfrentar un estado de cosas asfixiantes, oprobiosas. Pero evasión, también, es el acto de aquel prisionero que, a fuerza de ingenio y paciencia, logra dejar atrás el represivo  mundo de la celda y concreta su sueño de libertad.

 Primero fueron las guardas de un libro inglés. Los colores, el grosor del papel, esas letras capitales que, sin dudas, iniciaban discursos importantes, por eso las hacían así, grandes y con dibujitos y dorados y… Mi primer libro… ¡qué orgullo! Tenía un libro, es decir, un bien tan pero tan escaso en mi casa.

 Pero después vinieron los años de guardapolvo blanco y de libros aburridos, libros indefectiblemente para algo. Para aprender a leer o a ser bueno, para poder encontrar los adjetivos o para tomar la primera comunión.

 A lo mejor por eso un día el libro dejó de tener páginas y dibujos. Llegó por la radio: entre las cinco de la tarde y las seis y media pasaban Tarzán, ¡Uje, Tantor!, con la mona Chita y la, sin dudas, bellísima Jane… y Tarzanito, ¡era Oscar Robito!… y El Llanero Solitario  ¡Jaio, Silver  y otras sagas acompañadas por algún cacao, no siempre por Toddy, porque era caro.

 Y la radio y el cine trajeron a las revistas de historietas, porque Pelopincho y Cachirula u Ocalito y Tumbita eran chistes así de cortitos, que quedaban aprisionados por la Revolución Francesa o por la publicidad de Casa Lamota, donde se viste Carlota, en las páginas del Billiken de cada lunes. Porque… ¿qué clase de pescado sos que La Campagnola no te envasa?

 Entonces, decía, llegaron las historietas, las revistas mexicanas, con Roy Rogers, Batman y Robin y Superman, con colores y no como aquel soso El Superhombre local. Y así viajaba, sin moverme de la silla de la cocina, esa que tenían un asiento de junco en cuatro paños que se juntaban en el medio haciendo un buen sustituto del hoyo para mi bolita lechera.

 Y así viajaba, y era un héroe que salvaba a los buenos, a las personas comunes. Y así evadía mi debilidad de niño. Y de niño sin mamá, pobrecito, como dice Graciela Cabal. Y me juraba que algún día tendría un cinturón todo repleto de balas de plata. Porque a los villanos-villanos había que matarlos con balas de plata. A los de morondanga no. A esos con las comunes de plomo estaba bien…

 Pero cuando, en unos libros amarillos de lomos redondeados conocí al Tigre de la Malasia supe que todo lo anterior había sido un simulacro, ir de un barrio a otro, cabotaje, en el mejor de los casos. La Robin Hood… Voy a marcarme en la parte de atrás cuáles tengo… Mompracem, en la India, un lugar que quedaba lejísimo  si es que existía. Ahí estaban los tuareg, y la gente tenía cuerdas de seda para ahorcar a los enemigos, esos ingleses que tenían un virrey (esos sí que existían porque nos habían sacado las Malvinas y yo ponía en el cuaderno “Las Malvinas son argentinas” ahora que no se escribía más “1950, Año del Libertador General San Martín”, ni “Segundo Plan Quinquenal”) Y ahí estaba, peleando con todos, Sandokán, el Tigre de la Malasia. Con Yañez y algún otro, de una fidelidad absoluta al jefe. Y sobre todo, estaba Mariana, la Perla de Labuán, que era la novia de Sandokán. Pero... no por ahora, porque todavía soy un poco chico, pero después… ¡oh, después! No debería sacarte la novia, Sandokán, porque tú eres bueno, como yo, y luchas contra los malos. ¡Pero ella es tan rubia, tan bella…!¡Sus dientes brillan como un collar de perlas! Tiene labios de carmín; ¿qué será eso de carmín? Años después me enteraría de que “El amor es más fuerte…”, que en la vida hay más amigos que traicionan que en la literatura…

 Era un mundo de jarcias, de prahos y de miradas torvas; de espingardas, de babor y de estribor, de “¡Oughttt!”, “¡Por Júpiter!” y “¡Morderás el polvo de la derrota, vil mercenario!”

 Y entonces llegó el único libro diferente a la escuela: trataba de una señora buenísima y rubia como mi mamá: se llamaba La Razón de mi Vida. Pero a mitad de año no hubo clases por dos días y nos dijeron que ese libro, ese libro que era maravilloso hasta un mes antes de esos días sin clases, ese libro era una porquería y había que tirarlo a la basura. ¿Cómo voy a tirar un libro a la basura? No se puede… no de debe… Seguro que te vas al infierno de cabeza, sin ni un ratito de purgatorio siquiera. ¿Cómo voy a tirarlo si tiene la foto de Evita en la tapa, con el rodete de trenzas, de Evita la que organizaba los campeonatos donde me enseñaron a jugar al ajedrez, de Evita, si yo había ido a la marcha de antorchas cuando se murió y hasta me agarré esa conjuntivitis por el humo, seguro, como decía mi tía gorila. Si hasta después de muerta enfermaba esa… Pero no era un libro de viajes. Ella regalaba máquinas de coser a las señoras y bicicletas a los niños pobres…  ¡qué lástima no ser un poco más pobre para que me regalara una a mí!Yo no tenía bici y mi papá era obrero metalúrgico, pero no era tan pero tan pobre. Además, escuchaba Radio Colonia, donde después dijeron cosas del Tirano Prófugo y donde siempre había más noticias para este boletín.

 Yo, como si nada, seguía juntando monedas para comprar esos libros amarillos (y el corazón me latía fuerte cuando la veía a Delia, mi compañera de grado, con su peinado “a la garçon”). Los pedía de regalo de cumpleaños. Y para Reyes. Y Salgari empezó a mezclarse con Mark Twain, y con Jack London y con Julio Verne y con Stevenson y con Roy Rockwood (Bomba, el niño de la selva casi, casi me gustaba más que Tarzán de los monos) y Fenimore Cooper y Arthur Conan Doyle y Edmundo De Amicis (que vuelta a vuelta me hacía un nudo en la garganta) y otros menos conocidos como Eros Nicola Siri o ese Swift, que tenía nombre de picadillo de carne y, después, de salchicha…

 Pero este mundo de viajes de papel estaba definitiva y totalmente divorciado de los libros de la escuela. Platero y yo, El sí de las niñas, Juvenilia ¡Tanto espamento por unos chicos que se afanaban unos melones (¿o eran sandías? ¡Para qué lo voy a comprar…! Lo saco de la Biblioteca Popular y listo. Pero vos dame la plata igual, que yo me compro varios policiales usados de Mister Reader…

 Hasta que empecé tercer año. Ahí tuve a un loco. ¿Cómo no va a ser loco un tipo que nos da un libro de cuentos de un autor que todavía no se murió? Para colmo, el primero de los cuentos es de una puta, y de la pieza del kilombo, ¿viste?, y en el techo hay un agujero y ella, cuando tenía al tipo encima, veía un ojo que la espiaba mientras fifaban… ¡Estar arriba de una mina! Hace como un año que debuté y ni noticias de un bis.

¡Qué rayado el profesor Gómez! Nos hacía leer y escribir cosas interesantes.  Pero, ¿dónde se recibió este tipo? Y después de Setenta veces siete, de Dalmiro Sáenz, vino La romana de Moravia, y Crónica de los pobres amantes y Rosaura a las diez y uno de Bioy… Gracias, profesor Gómez. Vivo o muerto, gracias. Yo soy aquel rubio flaquito, del cuarto banco…, de 3º F. Sí… ese que se sentaba delante de Gutierrez… Ese año viajé como loco por el mundo de páginas numeradas. Desde entonces saqué abono.

Y después otro loco, don Germán Orduna, que me hizo amar al Cid, y reir con el Arcipreste de Hita y con El Conde Lucanor. Y llegaron las primeras escrituras, tímidas, vacilantes, grandielocuentes, estereotipadas, todo lo que quieran, pero viajeras…

Y después la tierna y áspera poesía de Julio Huasi, (“El cañón cañonea en su lugar, todo el Huasi es un cañón al asalto…”) y Neruda, y Benedetti, y Luis Franco y Tuñón y los españoles: Machado, Lorca, Blas de Otero, León Felipe, Alberti, Miguel Hernández, Gabriel Celaya porque “La poesía es un arma cargada de futuro…” y “Ya no puedes volver atrás…” en aquellas Palabras para Julia.

Hasta que llegaron los viajes físicos. Pasar una y otra vez por el frente de la casa de Rimbaud sin atreverme a entrar. Comprar unos Gauloises sans filtre y sentarme en el Café de Flore o en Deux Magots, en los sitios exactos donde se sentaban a escribir Jean-Paul Sartre o Julio Cortázar, encender un cigarrillo, pedir  al parisino mozo de pollera negra: “Un café, si’l vous plait” y mirar por la ventana para ver venir a La Maga o  a los amantes de Continuidad de los Parques, o a la náusea… Y al salir del metro, en Les Halles, cruzarme con Margot Heminway, si la nieta de… Pero, decime…¿dónde cuernos vivirá Jeanne Moreau? O ir a ver “el huerto claro donde florece el limonero…” tan Machado, tan Sevilla, tan sencillo y tan rotundo, don Antonio… Vea, allá, el cartel pone La Posada del Laurel, ¿Lope de Vega?…

Y siguió la escritura, perezosa de a ratos, tumultuosa, en otros. Y una novela, donde un inventor argentino hace un viaje, con un vehículo inventado por él. Con una escala en las Galápagos, un viaje pendiente, donde consigue amor, y una llegada a una húmeda y caliente Singapur, llena de orquídeas que me habían fascinado unos años antes, de camino a Tokio.

Y la vida, los hijos, pronto según parece, los nietos; el dinero que va y viene; los trabajos, todos mal pagos, hubiera agregado Carlos de la Púa. “Nunca tendrás un macho que por vos se haga chorro”. Los libros que se quedan con uno, como las fotos de un viaje.

Leer para viajar, viajar para leer, leer de viajes, viajar de lecturas, viajar con libros. Leerse viajando.

Arrojarme a los brazos acogedores de un libro abierto y emprender con él, mediante él y, a veces, a pesar de él, un viaje sorprendente, inesperado, asombroso, imprevisible. Único e irrepetible. Viajar por todos lados y por todas las épocas sin sentirme extranjero. Viajar en libro. Y librar el viaje.

Carlos Silveyra, Buenos Aires, julio de 2003.

Corresponsal: Prof. Delia Fresno

para 7 Calderos Mágicos

 

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Tablón de Anuncios:

ALQUIMIA

 

Todos los viernes a las 22.00 hs. en Virasoro Bar, Guatemala 4328, Diana Tarnofky desata nuestra imaginación a través de la narración oral.

Entrada libre

Enterate en nuestro Atrapador de sueños de todos los concursos literarios y convocatorias para escritores hispano parlantes : http://www.7calderosmagicos.com.ar/Atrapador/atrapapres.htm 

 

 

 

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Sala de Trabajo:

Fábrica de Trabalenguas.

Con mi nombre se traba la lengua

  1. Escribí tu nombre en letras mayúsculas de imprenta y repetilo varias veces en voz alta.
  2. Elegí la sílaba que más te guste y subráyala.
  3. Hacé una lista de palabras que contengan esa sílaba (al principio, en el medio o al final, eso no importa). Cuanto más larga sea la lista mejor
  4. Hacé una breve historia loca colocando la mayor cantidad posible de esas palabras.
  5. Leelo varias veces, cada vez más rápido hasta que no se te trabe la lengua.

 

Una sílaba lo complica todo 

  1. Elegimos un grupo consonántico (tr o br)
  2. Hacemos una lista de palabras en las que aparezca el grupo seguido por distintas vocales.
  3. Armamos una historia risueña usando la mayor cantidad posible de palabras que tengan el grupo elegido.
  4. Leemos la historia en voz alta tratando de no equivocarnos.
  5. Tratamos de leer cada vez más rápidamente sin equivocarnos.
  6. Podemos hacer competencias con nuestros compañeros sobre velocidad sin errores, o buscar quién hace el trabalenguas más divertido, el más difícil, el más largo, etc

 

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Correo Express:

Cada vez son más las personas que se acercan alrededor de esta hoguera y comparten su luz. No podemos dejar de agradecer a todos ellos. Nuestra página Web en menos de un mes ha recibido casi 8000 visitantes. Nos hemos contactado con personas maravillosas, luminosas: Carlos Silveyra, Maria Teresa Andruetto, Pepe Pelayo, María Angélica Cerquetti de la Editorial “A Construir”, Pocha Daddasio, Nair Kozoriz, Ricardo Mariño, Julia Salgueiro de Editorial Puerto de Palos, Pablo de Santis, Marcela Coppa, Raquel Barthe de “El mangrullo” publicación de Literatura Infantil , Iris Rivera, Liliana Cinetto, Ilenana Panelo, desde el portal de la Patagonia, Ana María Rega, supervisora de Bibliotecas Escolares de la Ciudad de Buenos Aires, y a todos nuestros suscriptores y lectores que nos transmitieron sus buenas ondas. A TODOS ellos, queremos decirles GRACIAS!!!!!! Por estar, por apoyarnos, por compartir el amor por la Lectura, la Literatura y la Educación.

Invitamos a quienes aun no lo hayan hecho, a darse una vuelta por nuestra casa en la red:

 

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Las notas firmadas expresan ideas y opiniones que son responsabilidad de los firmantes y que no representan necesariamente las ideas y opiniones de Siete Calderos Mágicos

[1] Paul Hazard “Los Libros, Los Niños y Los Hombres”

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